Hoy nos encontramos para compartir un momento especial. La emoción que nos causa este encuentro va creciendo minuto a minuto, pues esta nochenos convoca no sólo el deseo de recordar grandes canciones, sino las ganas de celebrar junto a Joan Manuel Serrat sus 50 años de vida artística.
Desde mediados de los ‘60, Serrat ha cantado por todos y con todos nosotros las bellezas y las durezas del tiempo que nos ha tocado vivir. Estamos frente a un artista que, con consecuencia, ha cantado la vida, la muerte, el amor, la libertad, la amistad, la lucha diaria de millones por su dignidad y sus derechos.
Desde que Joan Manuel Serrat vino a Chile a cantar por primera vez, he tenido el privilegio de ser productor y promotor de sus espectáculos. Haciendo camino al andar, hemos compartido ya varias décadas y se ha forjado una amistad a partir del trabajo, del respeto mutuo, del talento y la lealtad. Hemos probado ser buenos compañeros en este viaje y mi admiración por él ha crecido cada vez más con el tiempo.
El trabajo creador de Serrat no sólo es fruto, por un lado, de su imaginación y sensibilidad, sino también en una medida admirable de su disciplina y persistencia. Un trabajador incansable. Detallista, perfeccionista, crítico implacable de su propia obra. Curioso de todas las cosas que ocurren, perceptor ávido, observador intuitivo que descifra en palabras, versos y melodías lo que otros tantos sentimos pero quizás no hemos podido expresar.
Pocos, tal vez nadie, podrían haber imaginado que aquel flaco de poco más de 20 años, que se paró a cantarle al mundo canciones con contenido, propias y de renombrados poetas, tendría una carrera tan exitosa y se convertiría en parte de nuestra cultura y de nuestras vidas.
A pesar de las crisis, de los liberalismos económicos y de los conservadurismos morales. A pesar del reinado del consumismo. A pesar de las dictaduras, el exilio y la muerte. A pesar de las censuras y los atentados. A pesar de las guerras y las guerrillas. A pesar de todo, él ha seguido cantando, creando, diciendo las cosas por su nombre, sin abandonar la poesía y la música como vehículos de transmisión de emociones y sueños.
Motivos tenemos de sobra. Celebremos entonces estos 50 años de vida, esperanza, memoria y canciones. “Vamos subiendo la cuesta que arriba mi calle se vistió de fiesta”…
Alfredo Saint-Jean Domic
Editorial publicada en el programa de mano que se entregó al público que asistió al concierto que Serrat ofreció en el Movistar Arena de Santiago, el 22 de abril de 2015.