Alfredo Saint-Jean Domic ha sido noticia en estos días. El haber recibido la Orden al Mérito Artístico y Cultural que lleva el nombre de nuestro poeta Pablo Neruda -la máxima distinción que entrega el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, hoy Ministerio de las Culturas- lo ha puesto en el medio del escenario que conoce muy bien pero al que, históricamente, ha accedido sólo desde bambalinas. El creador de las más memorables expresiones del arte hecho en Chile era prácticamente un desconocido para millones de compatriotas que, desde los años 60, disfrutan de sus sueños concretados en puestas en escena de gran nivel en teatros, plazas, estadios y en calles de nuestras ciudades.
También en las de otros países cuando la dictadura civil y militar no le permite realizarlos en nuestra tierra. Y éste es un dato importante con relación a la ética de su quehacer.
Quienes le conocemos desde sus primeros trabajos, hemos disfrutado con él, verlo hoy, en pleno escenario, recibiendo el reconocimiento de manos de la Presidenta Bachelet, en la Casa de Gobierno, acompañado de Irene, su compañera y Directora del Teatro Nescafé de las Artes, de sus familiares y de sus amigos más queridos, muchos de los cuales hemos tenido la oportunidad de ser partícipes de sus creaciones. ¡Qué distinción más merecida!
Habla de quién es Alfredo, la presencia en la tarde en que recibe su distinción, de María Irene Rojo, su profesora del Colegio Juan Martínez de Rozas de quien recibe tempranamente enseñanzas que le inculcan el interés por el arte. Y junto a ella a tres representantes de la Asociación de Carpinteros de las Iglesias de Chiloé, Patrimonio Arquitectónico del archipiélago sureño.
Importa señalar que Alfredo no sólo es el creador de bellos espectáculos: La ciudad de Valparaíso le debe su colaboración en la nominación de la Unesco para que se convirtiera en sede del Fórum Universal de las Culturas, como antes lo fueron Barcelona y Monterrey. También en Valparaíso, desempeña el cargo de Director de Cultura. Uno de sus sueños es convertir el edificio del Congreso del Puerto “en el mejor Centro Cultural de Sudamérica”.
Es el Productor General y Coordinador de la Secretaría Ejecutiva de la Comisión Bicentenario 2002-2003. Hay mucho más que llenaría páginas que no caben aquí, aunque es ineludible mencionar: El espectáculo de la bandera cubriendo toda la cancha del Estadio Nacional, marcando el retorno a la democracia, el regreso y posteriores actuaciones de Joan Manuel Serrat, el Concierto de Amnistía Internacional, por mencionar sólo algunos, todas bajo la batuta de Alfredo.
Definen su acción como Gestor Cultural comprometido con su pueblo sus palabras en una entrevista de la Revista ‘Caras’: “…nuestro país vibra en cada barrio, en cada comuna. Personas diversas viviendo la cultura de diversas maneras. Personas a las que debemos seguir nutriendo, constituyendo como un hecho las manifestaciones artísticas culturales”. Se ve a si mismo como “…un puente permanente de colaboración (…) para (…) ayudar a crear una sociedad mejor, más justa y donde nos podamos relacionar mejor”.
Entonces, aunque Alfredo no ha militado en partido político alguno, no se puede dejar de coincidir con su autodefinición de “un animal político” donde su militancia está al lado de las mujeres y los hombres que reconocen en el arte, la expresión de los mejores valores del ser humano y el reflejo de la identidad de los pueblos a los que pertenecen.
¡Larga vida querido Alfredo!
Perfil publicado por Miguel Davagnino C. en El Siglo, en la edición del 15 de diciembre de 2017.